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Habría que decir que, en su conjunto, toda la bodega González Byass, es un archivo, por sus documentos uno de ellos sobre arrendamiento que data de 1526, por su arquitectura bodeguera a lo largo de más de 175 años, por los personajes importantes que han tenido relación con ella, por su desarrollo bodeguero, mercantil, tonelero, etc., en definitiva, porque han sabido con buen criterio y sensibilidad legarnos parte de la historia y del devenir de nuestro pueblo.
Así nada más llegar nos recibieron en el Archivo, mostrándonos los documentos donde se plasman los comienzos de la firma bodegueras: comercio exterior, contabilidad, etc., disfrutando, visualizando y empapándonos de la historia de la bodega y de Jerez, ya que desde entonces la empresa ha estado a la cabeza de la actividad económica jerezana, como el tren bodeguero, el muelle del trocadero en Puerto Real, la luz eléctrica, la traída de aguas, los deportes, las modas, las tendencias…. y sus vinos, etc.
En el archivo nos esperaba Don Manuel Pérez Celdrán, amablemente supo mostrarnos y contarnos los tesoros que contenían aquel lugar; 84 años y una memoria desbordante; entró con pocos años en la bodega, conoce al dedillo el archivo y cuenta cien mil anécdotas del mismo, además de tener localizado donde esta cada documento. También fue impulsor de la CATEDRA DE FLAMENCOLOGIA, que originariamente nació como sección del anterior ATENEO DE JEREZ.
El Ateneo de Jerez agradece a Jesús Anguita, su colaboración, a Paco Odero, su conocimiento de tantos miles de etiquetas, a Guillermo por mostrarnos el archivo fotográfico, desde mediados del siglo XIX, hasta la actualidad y la evolución de la fotografía a través del archivo, también por acompañarnos en el recorrido por la bodega, enseñarnos la colección de botellines de todas las bodegas jerezanas, la colección de toneles y botas de todas las tonelerías existentes en nuestra ciudad y casi todas desaparecidas , enseñarnos las firmas de celebridades importantes en los libros de visitas y en las botas de los últimos doscientos años.
En definitiva, un mundo enriquecedor en lo cultural, patrimonial e histórico, que es merecedor de todo reconocimiento
En cualquier bodega, en Jerez, nos despedimos con “un jerez de honor”.