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El pasado día 31 fue presentado el libro «K.O.L. Líder de opinión» en nuestra sede, del autor Felipe Relimpio Astolfi.
Presentación de Manuel Machuca.
Presentar una novela como K.O.L. Líder de opinión no es tarea fácil, y mucho menos sin separarla de la personalidad de Federico Relimpio Astolfi. Cuando salió al mercado, Manuel del Valle Arévalo, ex Alcalde de Sevilla dijo, según ha recordado el autor a través de twitter, que quien en Sevilla se atreve a decir lo que piensa es simplemente un suicida. Se refería sin duda al asesinato social que se perpetra contra los que piensan por sí mismos, sin que nadie les tenga que decir qué. A principios del siglo XXI los poderosos ya se han dado cuenta de que no es necesario mancharse las manos de sangre ni promover dictaduras para continuar disfrutando de sus privilegios. Hoy hemos cambiado las democracias por bipartidismos que son bidictaduras, y hemos sustituido la fe en la Iglesia Católica por la de la Sagrada Economía, tan todopoderosa ella, a la que hay que plegarse y a la que dedicarle ofrendas humanas en forma de parados, desahuciados, incluso suicidas, ad maior gloriam sui.
― Qué asco da todo, Rafa.
― Todo no, Pedro, siempre quedan cosas…Este momento…Otras cosas…Los míos. Por eso vivo. Eso me queda.
Sí, siempre quedan cosas. Si algo tengo claro es que un médico endocrino de la talla de Federico no tenía necesidad de escribir esta novela, que ha sido un error absoluto haberla publicado…si lo que hubiera querido fuera ser aquello que realza de veras a un ser humano en la mediocre capital de la mediocre comunidad andaluza: Rey Mago de la Cabalgata, pregonero de la Semana Santa o Hermano Mayor de alguna Cofradía de Nazarenos. Y mucho más grave habrá sido el error si aspirase a ser un líder de opinión profesional, y en este caso daría igual que lo hubiera promovido la industria farmacéutica o el Servicio Andaluz de Salud. Porque para escuchar profesionales independientes y con criterio, tanto monta:
Como todos los revolucionarios: trabajamos para el pueblo, pero ojito con el dogma. Y el partido no tolera la oposición….[]
―Expectativas de una jefatura clínica…―ríe jocoso el cardiólogo―. Tengo ya la edad… ¿no? ¡No quiero morirme de indio! Así que ya sabea… ¡a aprenderte el nuevo catecismo!…
Afortunadamente Federico vive para otras cosas, para otras personas. Los tuyos, Federico, eso te queda. Y bien sabes que no es poco.
La historia que cuenta Federico incluye muchas historias. Podríamos hablar de las miserias de la industria farmacéutica para colocar sus productos en el mercado, pero no en uno cualquiera, sino en aquel que lo pueda pagar.
―No creamos medicamentos para los indios, sino para occidentales que puedan pagarlos― soltó hace una semana Marijn Dekkers, Consejero Delegado de Bayer, y se quedó tan pancho.
Pero también podemos hacerlo del triunfo de la mediocridad, de cómo la sociedad actual aplasta a quien no sostiene el discurso que se espera. K.O.L. es una historia del precio que hay que pagar por ser independiente, algo tan antiguo como la humanidad. La condena al ninguneo por tratar de intoxicar a pusilánimes; y el etiquetado de radical para, como en tiempos del nazismo, tatuar a los incómodos. Federico ha elegido la puerta estrecha y la independencia como camino de vida. Se ha tatuado. Porque afortunadamente tiene unos valores personales que aprecia y que no va a vender a cambio del prestigio social que produce decir lo que otros quieren escuchar.
K.O.L. Líder de opinión es una dura reflexión sobre la falta de independencia de los profesionales implicados en los sistemas sanitarios. Esta es una cadena que toca a mucha gente. De forma clara y cristalina, a los farmacéuticos, cuyos honorarios profesionales vienen de un margen comercial por la venta de medicinas y lógicamente aumentan cuanto más medicinas vendan. Esto hay que desterrarlo y hay muchas voces que claman por ello desde dentro de mi profesión, pero hasta ahora no se ha conseguido. Pero esta falta de independencia también recae sobre otros profesionales sanitarios como los médicos. Rafa, el protagonista de la novela, es un ejemplo palmario de ello. Quizás ahora parece que existen menos presiones de la industria farmacéutica a los profesionales, al menos en Andalucía. Se podría discutir sobre ello, pero lo que no ha cambiado es que sigue habiendo otras presiones también irracionales sobre la prescripción médica que provienen de los sistemas públicos de salud, que también priman por prescribir una serie de productos, aunque en muchas ocasiones no sean los más adecuados para los pacientes. Los servicios públicos de salud han aprendido muy bien de los tejemanejes de la industria y la han desplazado en sus funciones. Y se sigue primando el gasto en medicamentos en lugar del resultado que producen estos en la salud de los pacientes, muchas veces más caro, pero que al ir a otra cuenta de resultados en la que el gerente no tiene competencias ni le perjudica, no importa. Aunque el paciente ingrese en un hospital o muera. Simplemente es otro epígrafe. Y al que le caiga el muerto, económico o real, que arree.
Sagrada Economía ¡ora pro nobis!
Esta es una realidad abrumadora y la principal víctima de todo esto es el paciente, que sufre las consecuencias en sus propias carnes, llegando con más frecuencia de la deseable a una muerte que se podría haber evitado aunque, como casi nadie es consciente de ello, no se juzga ni hace que nadie vaya a la cárcel. En Estados Unidos se sabe que el gasto que produce el daño de los medicamentos duplica el empleado en pagarlos, y que las muertes evitables debidas a ellos quintuplican las de accidentes de tráfico. Evitables. Repito, evitables.
No quiero cansarles más. Les invito a que con la lectura de esta novela hagan una reflexión profunda sobre el fondo de la cuestión que toca Federico Relimpio. Un tipo honesto, quizás con inclinaciones suicidas, como dijo el antiguo Alcalde de Sevilla, pero un tío decente. Un intelectual de altura, heredero de tantas otras figuras de médicos humanistas que en la historia han sido. Gran lector, y algo que quizás no muchos sepan, un extraordinario fotógrafo.
Les invito a que se hagan amigos de él en Facebook y contemplen la belleza de las imágenes que capta, en especial las de Portugal, la tierra que tanto adoramos los dos. En sus fotografías Federico retrata lo que ama, unas fotografías a las que no solo ilumina una luz extraordinaria sino la pasión del fotógrafo. En la literatura también ha hecho algo parecido: retratar con dolor lo que ama, su profesión; aunque después de KOL los mediocres puedan sentirse defraudados. Peor para ellos.
Presentación de Federico Relimpio Astolfi
Buenas tardes a todos:
En primer lugar, como no puede ser de otro modo, expresar mi agradecimiento a la presidencia y vicepresidencia de este Ateneo de Jerez, en las personas de José Manuel Simancas y Manuel Guerrero, respectivamente, por favorecer este encuentro, que considero un verdadero placer. Tengo además la necesidad de expresar mi alegría de que sea Jerez el primer lugar – tras Sevilla – donde se hace una presentación formal, porque ésta es una ciudad a la que me siento muy unido desde hace mucho, y donde viven y trabajan tantos compañeros y amigos de toda la vida.
Pese a ello, cuando comencé a plantearme la posibilidad de dirigirme a vosotros aquí, en el Ateneo de Jerez, no pude evitar un sentimiento de inquietud. Y ello viene a ser por varias razones: en primer lugar, en los últimos tiempos, he perdido gran parte de mi viejo hábito de hablar en público, así que no tengo más remedio que confesar lo que los actores llaman miedo escénico. Si a eso añadimos que se trata de un encuentro no relacionado con mi profesión y fuera de los lugares que frecuento habitualmente, podéis explicaros que no me encontrara yo particularmente sobrado.
Así que eché mano de San Gúgel Bendito, patrono del ignorante, e introduje «Ateneo de Jerez», y bajo el epígrafe «¿Qué es el Ateneo?», encuentro lo siguiente: «El propósito del Ateneo es organizar, promover y debatir cualquier materia o asunto que se reconozca de utilidad pública, tanto para la protección de los derechos humanos como para la profundización de la vida democrática, o la defensa y respeto de la naturaleza. Asimismo, tendrá como objetivo favorecer el encuentro entre sus miembros y la cooperación con otras entidades que intervengan en el ámbito cultural.»
Creo, por tanto, que estamos en el lugar correcto. Porque la obra que se os presenta discurre sobre el trasfondo de la Sanidad Pública, con la pretensión de desvelar algunos de sus tejemanejes y hoy, aquí, esta Institución está favoreciendo el encuentro entre los ciudadanos y los profesionales de la Sanidad, tanto en la persona de mi presentador, mi amigo Manolo Machuca, farmacéutico con una larga trayectoria internacional y mi guía en esto de la Literatura, como el que os habla, médico del Sistema Público de Salud en Sevilla.
A continuación me planteé cómo presentaros esta obra de extraño nombre, K.O.L. Líder de Opinión, y cómo comunicaros una serie de cuestiones de las que los que estamos aquí hablando ya estamos convencidos: su veracidad, su utilidad y su terrible necesidad en los tiempos que corren.
Y me dije que lo mejor es ser directo y franco, y responder a una serie de preguntas elementales a plantear sobre cualquier asunto, en todo momento y en todo lugar: ¿Qué? ¿Por qué? y ¿Para qué?
En primer lugar resolvamos el ¿Qué? ¿Qué es K.O.L. Líder de Opinión? Me vais a disculpar, porque voy a empezar diciendo qué no es: no es un libro de medicina. Ni siquiera para divulgación al público. Eso lo hace mucho mejor Valentín Fuster y con mejores apoyos. Tampoco es un libro de denuncia de cosas que pasan dentro de la medicina, aunque de su lectura se puedan entresacar algunas. La denuncia de los métodos de la Industria Farmacéutica para influenciar la medicina que practicamos ya ha sido realizada magistralmente por ensayos como «La Verdad sobre la Industria Farmacéutica» de Marcia Angell o «Mala Farma» de Ben Goldacre. El problema es que estos ensayos no suelen ser lecturas que lleguen al gran público, por motivos diversos. Posiblemente, el lenguaje técnico sea un inconveniente. Es preciso decir que muchos compañeros, entre ellos yo mismo durante una buena parte de mi vida profesional, están relativamente poco sensibilizados con estas visiones críticas. Es cuestionable pensar si la adaptación a las ventajas que te da llevarte bien con la Industria Farmacéutica te hace no plantearte ciertas cosas. Por tanto, ya sabemos lo que no es K.O.L. Líder de Opinión… Entonces, ¿Qué es? Respuesta: una novela. Una historia con principio y final. Un relato con personajes de carne y hueso que se palpan y se huelen con los que, gradualmente, la gente no profesional puede entender a la perfección el laberinto de amistades peligrosas en que se enredó – y se sigue enredando – una buena proporción de la profesión médica con la Industria Farmacéutica.
En segundo lugar vamos a por el ¿Por qué? Y no oculto que se trata de una pregunta compleja. Porque no puede responderse sin abordar previamente tres preguntas que ahí van implícitas: ¿Quién? ¿Cuándo? y ¿Dónde?
Vamos por el ¿Quién? No voy a hacerles perder el tiempo dando detalles irrelevantes de mi autobiografía y autojustificaciones de cuya sinceridad podría dudar más de uno. Algo ha dicho ya Manolo de mí, y de ello sólo puedo decir una cosa: que éste de aquí es muy buena gente. Pero no se fíen demasiado. Llevamos poco tiempo de andadura en común, pero ya nos tenemos aprecio. Y ya saben cómo nubla el aprecio el concepto que se tiene de la gente. Así que les pido que retomen el viejo dicho que oí tantas veces a mi madre: «De dinero y santidad, la mitad de la mitad.» Y aquí dineros no hay, y los santos los hace Roma. Así que, para el pescado, se fían del olor, del brillo y del negro de los ojos. Lo demás, poca cuenta. De lo que sí puede darles cuentas el autor – o sea, yo – es que estuvo metido hasta el cuello en el ajo acerca del que escribe. Y me explico: que de lo que ahí hay escrito, todo se ha visto o vivido muy de cerca. Oliendo la pólvora o la alcantarilla. No es mi vida, pero como si lo fuera. Que cosas muy-muy parecidas pasaron frente a mis narices durante veinte años, una tras otra. Y esas cosas difícilmente las puede contar otro. Las tiene que contar uno. Sólo que a ver a quién encontráis subido a ese carro que quiera bajarse para cabrear a todo el mundo con esta historia.
Después del ¿Quién?, hay que responder al ¿Cuándo? Convendréis conmigo que estas cosas no las puedes hacer de novato, cuando has pegado sólo dos o tres tiros en el frente. Normalmente las haces cuando te retiras y estás a salvo de todo y de todos, sin jugártela. Sobre el particular, Manolo del Valle, ex alcalde de Sevilla, paciente y amigo, que tuvo el honor de presentar la obra el pasado 25 de abril en el Ateneo de Sevilla, dijo: «me la envió, la leí, y me llamó poderosamente la atención la osadía del personaje que no había esperado a jubilarse para poner a gran parte de su profesión literalmente a caer de un burro.» Efectivamente, esto empieza a gestarse aproximadamente cuando uno había pasado media vida profesional. Unos veinte años, más o menos. Había vivido por dentro el mundo de los congresos médicos, el marketing de los nuevos medicamentos, los nuevos lanzamientos… Pero también había vivido muchas otras cosas. De una administración sanitaria desastrada y negligente habíamos pasado en un brusco giro a una administración en la que, bajo algunas buenas palabras, se entreveían actitudes de autoritarismo y desconfianza. Muchos teníamos la impresión – no sé si justa o no – de trabajar bajo la jefatura de una serie de directivos que habían generado un Sistema de Salud hostil y cínico, tóxico, desmotivador, politizado e hipócrita que con frecuencia vendía la moto en los medios afines y a diario estrujaba el limón profesional sin dar un segundo de respiro. Uno había pasado su media vida profesional y me esperaba la otra media, sin que se viera luz alguna al final del túnel. Una conjunción venenosa que explica la imperiosa necesidad de comunicarse con el ciudadano para el que se trabaja, explicarlo todo, tomar aire y seguir la marcha con otro resuello.
Del ¿Dónde? hay algunas cosas que decir. Trabajo en el Hospital Virgen del Rocío, a setenta y ocho kilómetros de aquí y a algunos cientos de metros del núcleo de «Las Vegas» (el guetto de pobreza y delincuencia alojado en el espesor de las tristemente conocidas Tres Mil Viviendas). Vivo también cerca del Hospital. Es por ello que el dónde cuenta. Hace poco escribí en mi blog «El Loco de Santa Justa»: (me autocito) «Porque ello me sitúa en el corazón del problema y en el epicentro de la zona cero. Y me explico. Es obvio y de perogrullo, repetir que en este país hay un vector noreste – suroeste de renta menguante, con creciente desempleo, peores resultados educativos, mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad, mayor prevalencia de diabetes e hipertensión y mayor morbimortalidad cardiovascular. Justamente, los caminos que uno toma a edades tempranas de la vida lo sitúan un par de décadas después de especialista ya sénior en diabetes y obesidad, enfermedades que son consecuencia de la genética – que no ha cambiado sustancialmente -, de un ambiente que ha cambiado lo suyo – a peor -, y de la deprivación social y económica con la que se relaciona a estas enfermedades en la mayor parte de los estudios.»
Sin embargo, en este enclave de pobreza y enfermedad se sitúa el hospital más grande y sofisticado de la mitad sur de la Península Ibérica, hospital elegido como el llamado «buque insignia» para la Sanidad Pública Andaluza y donde se realizan a menudo gran parte de sus experimentos y programas pioneros. De allí salió la exconsejera María Jesús Montero y el actual gerente del Servicio Andaluz de Salud, José Luis Gutiérrez.
Estos elementos no carecen de interés. El que les habla sabe de los manejos de la Industria Farmacéutica, como he señalado hace unos momentos. Del mismo modo, he tenido ocasión de poner de manifiesto que tengo una idea bastante concreta de lo que son cambios organizativos apresurados y agobiantes en un Sistema Sanitario que va encajando progresivamente en el calificativo de «tóxico», como señalan mis residentas. Pero, por encima de todos estos elementos, el que les habla lleva ejerciendo su profesión en un contexto de marginalidad, pobreza y subdesarrollo, manejando enfermedades que son consecuencia directa o indirecta de la marginalidad, la pobreza o el subdesarrollo, sin que los cambios políticos de los últimos cuarenta años o la integración en la Unión Europea hayan supuesto el alivio esperado. Y de la situación económica actual, de sobras saben por los medios. Pues todo ello: Industria Farmacéutica, Sistema Sanitario Público pero sobre todo marginalidad, pobreza y subdesarrollo serán los elementos que van a componer el marco en el que se moverán los personajes que desarrollarán sus papeles en la historia narrada en K.O.L. Líder de Opinión.
Con esto, estamos en condiciones ideales para entrar en el ¿Para qué? Aunque creo que algo habrán entresacado de las líneas precedentes.
Veinte años en este mundo profesional dan para mucho. Para perder las ilusiones juveniles, y para intentar recuperarlas después. Para mí, la vida profesional ha supuesto el desafío de aceptar la enseñanza que el paciente me da cada día. Y ése ha sido el hilo de Ariadna que me permitió salir de mi laberinto personal y, a modo de espejo, hacer salir del suyo al médico protagonista de mi novela. No es concebible la vida profesional sin un profundo respeto al paciente como persona. Esta convicción que les expreso lleva consigo otra implícita: el respeto a su libertad, en todos los ámbitos. Pero no habrá libertad para la persona y, por ende, para la persona enferma – llámese paciente -, si ésta no dispone de una información completa, veraz y comprensible de los asuntos que le atañen. Ello afecta a todos los aspectos de la medicina que practicamos y especialmente a la investigación, en los llamados ensayos clínicos.
Responder al ¿Para qué? es afirmar que es preciso que sepáis hasta qué punto la medicina que practicamos está enferma, aquí y en otros países, por haber permitido todos una cuota inaceptable de influencia de la Industria Farmacéutica en la cadena de montaje que la mayor parte del cuerpo profesional absorbía y sigue absorbiendo en un entorno que propiciaba y propicia el desarme de la crítica. Es preciso compartir con vosotros un debate que ya es público e hiriente: la Industria Farmacéutica compró influencia en revistas de elevado nivel para priorizar sus trabajos y que así parecieran más respetables. Pagó a respetables profesores e investigadores de todo el mundo – los líderes de opinión, cuyos elevados cachés han sido publicados recientemente -, para pasear los resultados que más o mejor convenían por congresos o simposios en destinos exóticos, adornados con todo tipo de comodidades. Estos mismos profesores e investigadores escriben las llamadas Guías de Práctica Clínica que todos los profesionales debemos seguir para «estar al día» y no quedar desacreditados. El ciudadano ve cómo se le cambian unos medicamentos por otros sin saber realmente por qué. Y todo ello en un momento en que tenemos graves dificultades económicas y de sostenibilidad de nuestro sistema sanitario.
Evidentemente es justo decir que no toda la investigación está en manos de la Industria, ni la Industria Farmacéutica maneja a su antojo el cien por cien de las revistas de elevado índice de impacto y que una buena parte de lo que dice una Guía de Práctica Clínica es verdad. No todos los líderes de opinión están corrompidos hasta la médula ni todo lo que se dice en un congreso científico es mentira. Si así fuera, tendríamos una tarea de lo más fácil: cortar por lo sano, y a otra cosa. En realidad, el problema es más complejo. Se trata de que un mundo bueno y bello, diseñado para curar o salvar vidas, del que nadie a priori se plantearía cuestiones dudosas, ha sido infiltrado gradualmente por fuerzas con intereses extraños hasta conseguir cuotas inaceptables de influencia sin que en ningún momento deje de aparecer como bueno y bello para el público en general y, sorprendentemente, para la mayor parte del colectivo profesional en particular.
Por último, y por si no quedó suficientemente claro el ¿Para qué?, la respuesta puede resumirse de un tajo: tenéis derecho a saber. Tenéis el derecho a saberlo todo. Y con un lenguaje libre de tecnicismos. He intentado favorecer el proceso de comunicación a través de las andanzas de los personajes de una novela. De ella, voy a sacar dos comentarios recientes:
Antonio Ugalde es profesor emérito en la Universidad de Austin-Texas, en los Estados Unidos, una persona de una larga trayectoria de compromiso con la Salud Pública. En la web Salud y Fármacos, comentaba recientemente acerca de K.O.L. Líder de Opinión: «El lector que desconoce los extremos a los que han llegado las farmacéuticas innovadoras pudiera pensar que Relimpio Astolfi se ha tomado ciertas libertades exagerando situaciones como técnica literaria. Si esto pensara el lector, se equivoca. Nada me ha aparecido exagerado y todo corresponde a lo que he leído en una variedad de fuentes.» Ya en nuestro país, Joaquín Lamela, neumólogo de Orense, a quien no tengo el placer de conocer personalmente, escribía en su blog: «el mayor interés de la novela es que todo o casi todo lo que se dice en ella sobre la industria farmacéutica, los servicios regionales de salud de nuestro país, los que dirigen los hospitales y los centros de salud y los médicos, es cierto.»
Voy ya empezando el final y para ello tiro de algún elemento del principio. Repito, pues: «El propósito del Ateneo es organizar, promover y debatir cualquier materia o asunto que se reconozca de utilidad pública…» No creo que sea necesario decir de nuevo el párrafo completo.
Creo, pues, estar en lo justo al afirmar la utilidad pública de los temas abordados en esta novela, tanto para la protección de la Salud, como para que el ciudadano tenga un conocimiento más directo de una serie de mecanismos que son importantes en la gestión del gasto público. Esto es lo que yo entiendo por profundización de la vida democrática. Considerando la declaración de principios de la Institución que nos acoge y las respuestas dadas a las preguntas planteadas sobre la novela que se os presenta, creo que no me equivoco si califico este encuentro como interesante para la comunidad.
Tras llamar modestamente su atención sobre mi obra, quiero recalcar que esto no queda aquí. Escribir, en general, y escribir para mí, en particular, es un proceso de comunicación bidireccional o, mejor, multidireccional. Aprendiz como soy de todo en la vida, agradeceré siempre todos los comentarios y sugerencias de los lectores. Sois vosotros los que modeláis mi cerebro a diario, como lo hacen mis pacientes y mis amigos. Los que me dais vocabulario o me lo quitáis, los que movéis comas o retiráis párrafos. Cualquiera que invoque a San Gúgel Bendito y meta ahí «Federico Relimpio» encontrará mi página Facebook y mi blog «El Loco de Santa Justa». En mi blog se ofrece libremente mi dirección personal de correo electrónico. Por un lado u otro me viene de todo y a todo se intenta responder con celeridad. Todo se agradece, no se corten un pelo.
Pero déjenme que sea reiterativo: se agradece la crítica más terrible, porque forma parte de mi proceso de aprendizaje. Pero si, por el contrario, algo de lo que va ahí escrito os gusta, si esto o aquello os llama la atención, no es preciso que perdáis vuestro valioso tiempo conmigo. En cambio, sí es mucho más interesante que se lo digáis a la gente que conocéis y que pensáis que puede conectar con la idea. Estamos empezando y somos muy pequeños. Nos valemos de pocos medios y el mejor método de difusión es el que os estoy contando. Luego, si os parece bien, podéis decirle al que o a la que sea que el libro se consigue sin problemas en la LIBRERÍA LA LUNA NUEVA. Calle Eguilaz, 1. (Edificio Santo Ángel), aquí en el mismo Jerez.
Termino ya, que estoy pesado. Ya agradecí al principio a la dirección del Ateneo. Ahora agradezco infinitamente a Manolo Machuca por presentarme en este acto, a Ruth, Ismael y Manolo Pichardo, que llevan esta bonita idea llamada Anantes para sacar proyectos que, sin ellos, se quedarían en el cajón, y a todos vosotros, por la paciencia demostrada. Espero vuestros comentarios. Un fuerte abrazo.