El 4 de diciembre se reunió el club de lectura para comentar una novela muy interesante: “La casa en MangoStreet“, de Sandra Cisneros. A continuación compartimos el contenido de la rica sesión literaria.
Carmen Bernal hace una breve incursión en el trasfondo histórico territorial conflictivo entre Mexico y Estados Unidos, para percibir mejor la profundidad existencial de la novela. Dos claves son la declaración de guerra del Congreso Americano a Mexico 1846 y el Tratado de Guadalupe 1848, con leyes protectoras para los mejicanos que no se cumplen. Comenta aspectos diferentes en cuanto a las traducciones híbridas del original inglés (americano). La autora favorece la traducción al español mejicano de Elena Poniatovska, 1994 con la que mantuvo una estrecha colaboración, al contrario de la traducción castellana, (Enrique Heriz, 1991) que ha implicado menos la especificidad del original y comenta algún aspecto ejemplar. “La Casa en Mango Street”, 1983 está considerada como Literatura Chicana, literatura de los mexicanos que nacieron en E.E.U.U. o llegaron de niños y son todos los géneros literarios que abarcan una temática social y racial de los mexicanos norteamericanos. Ha sido escrita tanto en inglés como en español o mezcla de inglés y español, llamado spangles, spangilsh, tex-mex o pocho. Comenta el término chicano/a y su trasfondo histórico. Si en un principio, se usaba de forma despectiva para identificar a las personas de clase “baja” que emigraban a los EE.UU. a partir de los años 60 el término adquiere una connotación positiva a través del Movimiento Chicano con el que comienza la lucha por la igualdad y reconocimiento en política y sociedad. Tuvieron que pasar años para que la novela se hiciese realmente visible para el gran público. Expertos en Literatura Chicana indican que ha podido ser el sexo, el origen étnico, la orientación ideológica, la dicción idiomática y el contenido feminista las causas del distanciamiento de la crítica y el mínimo éxito al principio. Trágicamente el feminismo de esa época no tuvo en su perspectiva autoras étnicas. La novela ha sido traducida a once idiomas. Abierto el debate, se constata que la obra es una novela de aprendizaje. La autora le da un estilo innovador. No se trata en primer lugar de la evolución de la protagonista individualmente sino de una comunidad, de las mujeres dependientes de los roles patriarcales de género. Y se destaca la voz narrativa de la protagonista Esperanza, una niña de unos 13 años, perteneciente a la segunda generación de inmigrantes mexicanos, que viven en los barrios pobres de una ciudad en los E.E.U.U. en una casa fea, incomoda y triste. La autoa nos lleva con una sorprendente madurez a su viaje por la Mango Street y sus alrededores vecindarios. A través de ella conocemos las historias primordialmente de niñas, chicas jóvenes y mujeres. El estilo literario es sencillo y no pocas veces suena líricamente como poemas. El cuento “Mi nombre” es central para entender la situación de Esperanza en y entre dos mundos. Ella es bilingüe, tiene un doble sistema de referencia y así es capaz de escribir desde un tercer espacio. De su abuela hereda su nombre, el que quisiera cambiar y rechaza contundentemente su destino de mujer a la que obligaron forzosamente casarse y quedarse aprisionada en un hogar, que observa, como otras mujeres en estas cortas historias, con sus codos apoyados en su ventana. Esperanza señala constantemente de un modo coral las injusticias sexistas y sociales y se compromete con estas mujeres. Ella decide salir de este mundo patriarcal e indigno y volver para ser la voz para los sin voz, “para los quedaron. Por los que no”. Ella sueña con “una casa propia”, lo que recuerda a “Una habitación propia” de Virginia Woolf, “no la casa de un hombre, ni la de un papacito ”…un espacio callado como la nieve…limpio como la hoja antes del poema”.