
Encuentros Estética del Arte
julio 11, 2013
Nigel Leach exposición de pinturas «Mujeres»
octubre 16, 2013
Artículo de Bernardo Palomo publicado en Diario de Jerez
LA pintura figurativa, aquella que representa e ilustra lo concreto, adquiere a veces posiciones que traspasan lo real y desentrañan un universo de mediatas posibilidades. Tal estamento se ha dado a lo largo de la historia de la pintura, concediéndosele al autor todo tipo de libertades para que expanda su potencial expresivo y toda su carga conceptual. Los desenlaces ilustrativos llegaban a ser infinitos y con toda suerte de manifestaciones, salidas de los recónditos escenarios que posibilitaban una mente comprometida, a veces, muy comprometida. Esa recreación de episodios de imposible naturaleza y desarrollos significativos sólo abarcables con los arbitrarios criterios de lo subjetivo generan planteamientos de abierto sentido conceptual y libre dimensión ilustrativa. Esta realidad mediata tuvo su especialísima proyección con las primeras vanguardias donde, primero dadaísmo y, posteriormente, surrealismo dejaron infinita huella estética y abrieron rutas artísticas de absoluta y determinante trascendencia para la Historia del Arte.
Juan Manuel Sánchez Padilla es un autor, nuevo en esta plaza que, lejos de presentarse en el escenario expositivo con una pintura formulada con modos y medios interpretativos basados en la simple manifestación de lo más cercano, da un paso más y comparece con una obra totalmente ajena a la mera representación realista, sin más. La pintura que podemos contemplar en la segunda planta de la sede del Ateneo jerezano se parta de lo real y se adentra por espacios alejados de lo más inmediato. El autor transcribe un universo de sensaciones, de sentimientos, de emociones, relatora de un mundo presentido, sujeto a los estamentos de la mente, a los espacios oníricos, a los trasfondos de una existencia compleja, a contracorriente, altamente cuestionable y con muchísimos matices.
Juan Manuel Sánchez Padilla realiza una transcripción apasionada de una sociedad sugerida, presentida, invocada y hasta añorada, con sus infinitas máculas, sus indefiniciones y sus espurias circunstancias. En su pintura se desarrolla un escenario de imposibles que sirve para que en él tenga su sitio un paisaje realizado con retazos de vivencias, de anhelos y, también, de esas circunstancias poco agradables que acontecen en esta sociedad injusta.
El nuevo pintor, con una intención artística muy diferente a lo que es habitual, nos consigue posicionar en una pintura donde lo pararreal establece distancias con un mundo cercano y previsible. La pintura de Sánchez Padilla nos transporta a aquellas coordenadas de especialísima significación, donde todo era posible y que marcó un tiempo y un espacio artístico de suma proyección y trascendencia y, además, nos plantea un meditado y comprometido ejercicio social, dejando entrever – quizás demasiado – un desarrollo de denuncia sobre esa sociedad inestable y con más sombras que luces.
Buen debut de este autor al que debemos seguir por su entusiasmo creativo diferente.