Con la sección de Ocio y cultura en Montilla.
noviembre 10, 2019La vida Slow contada por Ezequiel Martínez
noviembre 13, 2019
Texto de FULGENCIO ARGÜELLES.
Yo creo en la novela. Como escritor y sobretodo como lector.
Se nos asegura a menudo que lo que la novela dice, ahora es dicho de manera más veloz y más eficiente, y a un número infinitamente mayor de personas, por el cine, la televisión, el periodismo y las conexiones casi astrales del ordenador.
Se nos dice que los universos de la novela han sido anexados por el universo de la comunicación inmediata, que la imaginación del mundo no acompaña al novelista. Que el entusiasmo y la curiosidad lo han abandonado.
Yo sigo creyendo a ciegas en el entusiasmo del escritor y del lector y sobre todo en la curiosidad del escritor y del lector. Sigo pensando que el asombro es hermoso y necesario y que nos hace más sabios y, por tanto, que nos hace más grandes por dentro.
Se acaba siendo en notable proporción lo que se recibe. Lo oral es el marco en que lo literario se ata a la vida. Creo que en mi caso, como en el de otros muchos escritores, la experiencia de la oralidad ha determinado mi destino como escritor. Y no me estoy refiriendo a antropologías culturales o apegos afectivos al patrimonio de las leyendas. No. Quiero decir, que en mi caso lo oral es el punto de referencia de lo originario, que mis aprendizajes de todo aquello que aparece en mi vida como originario tienen que ver con la circunstancia de la oralidad. Aún me gusta más que nada escuchar a las gentes narrar las historias viejas o no tan viejas con palabras llenas de emoción y sabiduría. Y siento que tal circunstancia me nutre, me alimenta. Y creo que es una característica esencial de mis novelas.
La necesidad de contar y de que te cuenten equilibra la fascinación de ese doble juego que supone contar y escuchar. Es una necesidad compartida que acaba repartiendo igual fascinación. El que cuenta es dueño de lo que cuenta y, al contarlo, lo entrega como un regalo que siempre proporciona agradecimiento.
Esa curiosidad que sentimos desde niños por los cuentos y las historias sigue vigente toda nuestra vida y en esa curiosidad siempre queda algo del reflejo de nuestra propia infancia, y el pequeño esfuerzo de satisfacerla es un modesto acto de fidelidad a lo que fuimos.
El escritor, al preguntarse si está bien que uno sea como es, se está preguntando si la época que le ha tocado vivir, o si las épocas que le han precedido y derivado en la que tiene ante sí, son todo lo buenas o malas que parecen ser. Y esto supone vivir en permanente crisis, en permanente revisión de uno mismo y de su mundo.
Sobre esta novela quiero compartir con vosotros algunas reflexiones:
Del niño huido que fuimos están hechos casi todos nuestros extravíos, las disoluciones de lo que fuimos cuando todavía no éramos nada, la primera huella de nuestra desaparición.
PALABRAS QUE FUNDAMENTAN LA HISTORIA: LA SABIDURÍA, LOS PALACIOS, EL TRABAJO INGRATO, LA REVOLUCIÓN, LAS MUSAS Y LA ARITMÉTICA DE LOS MOMENTOS
1-
La sabiduría es un asunto del corazón.
Nada sucede en la naturaleza que no esté en relación con la totalidad
Escuchar. Observar. Ponerse en el lugar del otro. Crecer. Vivir con… Descubrir esa mariposa que llevamos dentro y que un día se manifiesta. Y esa mariposa te dirá lo que tú eres y lo que quieres ser. A veces tarda, pero termina diciéndotelo.
2-
Los palacios de los importantes. Misteriosas mansiones.
Allí dentro hay objetos increíbles, muebles de oro, animales salvajes de la selva disecados que parecen reales. Colmillos que brillan. Bibliotecas que se empolvan.
Allí vive el poder, porque allí viven los dueños del aire y del agua, los dueños de la educación de nuestros hijos, los dueños del arte y los jardines, los dueños de la hermosura y de la salud, los inventores de los dogmas religiosos y de las ilusiones políticas, los dueños, en definitiva, de nuestras vidas.
3-
Los mineros, los obreros de las fábricas, los sirvientes del poder, van y vienen en sus bicicletas desnudas bajo la lluvia con los tristes gabanes como banderas al hombro. Y lo hacen una y otra vez, un día y otro día. Así hasta la eternidad. Resignados a la monotonía de un trabajo desagradable e ingrato. Convencidos de que la eternidad de los días no se corresponde con lo efímera que puede resultar su vida. Vidas involuntarias con sus miserias a cuestas, también alguna esperanza: la sopa caliente, los pies machacados en agua tibia, una canción al oído de la hija pequeña. El amor deprisa con los reumas en evidencia.
Vidas inocentes para días inocentes: el origen de cualquier revolución.
4.-
Las revoluciones: la esperanza en la fuerza de voluntad y la libertad en la imaginación. Yo entiendo la revolución como un gesto definitivo de crecimiento y no como un ajuste de cuentas. Una revolución con lenguaje original y sin las frases hechas. No hay revolución colectiva sin previas revoluciones individuales. No hay revoluciones escondidas en los secretos de estado o escritas en los boletines oficiales. En esta novela hay muchas revoluciones, cada personaje es protagonista de su propia revolución. Algunos se unen a la revolución colectiva. Todos sueñan con un espacio y un tiempo mejor. Todos empezamos siendo revolucionarios y terminamos siendo académicos. Cuando comprobamos que no hemos hecho nada, que hemos fallado, que hemos envejecido, nos empeñamos en justificar aquello que al principio combatíamos, intentamos cambiar los signos de los viejos manifiestos. El abuelo Cosme advirtió a tiempo esta trampa terrible. Las mismas bombas que acabaron con la revolución colectiva de octubre terminaron con su peculiar y solitaria revolución. Frente a la mediocridad, a la avidez y el desplante del poder, frente a la degradación de quien nos tiene sujetos, frente al envilecimiento, siempre existe la posibilidad de la revolución, y las únicas bombas posibles, las únicas que no engendrarán nuevas violencias están en nuestro corazón.
5.-
La aritmética de los momentos.
Una cosa son dos cosas, decían nuestras abuelas.
Cada momento son muchos momentos.
Cada historia son muchas historias. Cada historia abre ante nuestros ojos múltiples caminos narrativos. Y ese es el poder de la escritura. Esa es la magia de la lectura. Ese es, en definitiva, el secreto de la vida.
6.-
Las musas existen porque existen las mujeres que aman y son amadas. Existe el Monte Helicón, por el que intentamos gatear cada día. Existe la fuente Hipocrene a la que siempre acercamos los labios para aplacar esta sed de hombres insatisfechos que sin piedad nos quema.
El sabio Eneka le dice a Nalo que se sabe cuándo una mujer es una musa por la claridad que desprende: un resplandor que alumbra como alumbra la luna. Porque expresa mejor sus sentimientos con gestos que con palabras. Por el enigma de sus andares: las musas siempre caminan para descubrir secretos, se acercan para desvelarte algo o se alejan llevándose las señales. Porque sus manos vuelan. Por la forma en que reciben las flores, por cómo las miran y las tocan. La poesía es una mujer y yo pensé en una mujer, Lucía, cuya vida se convirtiera en una permanente metáfora.
Y para terminar:
Además:
Las novelas no muestran ni demuestran el mundo. Pero añaden algo al mundo, crean complementos verbales del mundo. Cada novela es una historia nueva que le añade algo a alguien. En esta novela que hoy os presento he querido reflejar: La búsqueda constante del conocimiento y la perfección, El ansia por la transformación de las cosas, el amor como la manifestación más humana del conocimiento compartido, La convivencia y confrontación de dos mundos coincidentes y divergentes: el mundo de los que vivían únicamente para trabajar y el mundo de quienes eran dueños de los trabajos y de la vida. He querido hablar de un hombre que se encontró de cara con una revolución que confundió definitivamente el rumbo de nuestra historia, de un joven que aprendía a vivir sin rencor.
FULGENCIO ARGÜELLES